Dra. Diana Elizabeth Badillo

 

La enfermedad de Parkinson es una enfermedad compleja neurodegenerativa, descrita por primera vez en 1817 en la publicación llamada “Ensayo de la parálisis agitante” realizada por el pionero de la neurología, Dr. James Parkinson, aunque fue Jean Martin Charcot quien setenta años después nombró en honor a Parkinson a dicha patología.

Patológicamente es definida como la pérdida de sustancia negra localizada en el mesencéfalo y asociada a la aparición de cuerpos de Lewy, que son inclusiones citoplasmáticas que incluyen agregados insolubles de alfa sinucleína, por lo cual está clasificada como una sinucleinopatía, está caracterizada clínicamente por temblor, rigidez y bradicinesia.

Se trata de una enfermedad multifactorial lo cual quiere decir que influyen factores tanto genéticos como ambientales, tiene una heredabilidad del 30%, se han encontrado más de 90 genes de riesgo implicados.

En cuanto a los factores ambientales, la edad es el factor de riesgo más importante y los hombres son más susceptibles que las mujeres en una proporción 3:2.

Existen otros factores de riesgo como los traumatismos cráneo encefálicos, la exposición a pesticidas organofosforados como paracuat o rotenona, o algunos solventes usados en la industria del lavado en seco, metales y contaminantes ambientales.

También se han identificado algunos factores protectores como una dieta saludable, ejercicio regular y consumir café, té y tabaco; esto último, no quiere decir que hay que comenzar a fumar o aumentar el número de cigarros que ya se fuman, sino que, algunos estudios sugieren manejo preventivo con parches de nicotina en pacientes con riesgo elevado de padecer la enfermedad en un futuro.

Dos estudios recientes sobre la incidencia han estimado 10.8 personas por cada 100,000 personas al año, con un ligero predominio en varones.

 

DIAGNÓSTICO DE LA ENFERMEDAD

Debido a su presentación variable, a su inicio progresivo y la sobreposición de síntomas con otras patologías neurodegenerativas, el diagnóstico continúa siendo todo un reto incluso para los neurólogos especializados en trastornos del movimiento, existe una necesidad de definir mejor el Parkinson dependiendo de sus características clínicas, su pronóstico y las variables genéticas.

Las manifestaciones clínicas del Parkinson son bradicinesia, temblor de reposo, rigidez y cambios en la postura. Pero además está asociado a una variedad de síntomas no motores tales como hiposmia, constipación intestinal, disfunción urinaria, hipotensión postural, pérdida de la memoria, depresión, dolor y trastornos del sueño.

Los síntomas motores están asociados a la degeneración nigroestriatal y a la depleción de dopamina y los síntomas no motores están asociados a la degeneración de otras áreas incluido el sistema nervioso periférico autónomo.

Los primeros síntomas de la enfermedad, llamados síntomas prodrómicos del Parkinson pueden darse años o incluso décadas antes del inicio de la enfermedad y puede tratarse de síntomas muy variados tales como pérdida del olfato, trastornos del sueño, constipación, urgencia urinaria, disfunción sexual, hipotensión, ansiedad, depresión, alteraciones en la visión de colores, síndromes, hipomimia facial, cambios en la voz, pérdida en la destreza de los dedos, postura inclinada hacia adelante y disminución del movimiento de braceo al caminar.

 

SÍNTOMAS NEUROPSIQUIÁTRICOS

Aunque los síntomas motores siguen siendo la parte central del diagnóstico del Parkinson, los síntomas neuropsiquiátricos están ganando reconocimiento por lo que ahora puede verse como una enfermedad compleja neuropsiquiátrica, estos síntomas caen en tres grandes categorías:

  • síntomas del afecto
  • percepción y pensamiento
  • Alteraciones de la motivación.
  • Depresión y ansiedad

Estos son los síntomas psiquiátricos más frecuentes sobre todo al inicio de la enfermedad de Parkinson, la depresión va aumentando su prevalencia conforme avanza el curso de la enfermedad.

La ansiedad se manifiesta de manera más común como trastorno de ansiedad generalizada, aunque también puede presentarse como ataques de pánico, fobia social y agorafobia.

Otra presentación de síntomas afectivos de este tipo es el síndrome de abstinencia a la dopamina.

Psicosis, apatía y control de los impulsos.

Ahora es reconocido que alucinaciones puede ocurrir desde el inicio de la enfermedad y que las alucinaciones no visuales son comunes. Psicosis menores ocurren en el 25 al 40% de los pacientes, alucinaciones visuales 15 al 30%, alucinaciones no visuales más del 35%, ideas delirantes 4%.

La frecuencia de síntomas psicóticos aumenta con la progresión de la enfermedad y en la enfermedad avanzada, y está asociada a un alto riesgo de hospitalización.

De manera frecuente la psicosis y el trastorno por control de impulsos se asocian a una enfermedad avanzada, pero también depende de las prácticas de prescripción de fármacos dopaminérgicos, puesto que el riesgo de este trastorno solo se ha reportado en pacientes que reciben tratamiento con fármacos agonistas dopaminérgicos.

El tratamiento de la enfermedad se ha convertido en todo un reto, los antidepresivos tanto inhibidores de la recaptura de serotonina como inhibidores de la recaptura de serotonina y noradrenalina, en la mayoría de los casos tienden a empeorar los movimientos, así como los antipsicóticos típicos (los cuales deben evitarse) y los atípicos (de los cuales solo dos están indicados en estos pacientes).

De igual manera, los medicamentos usados para combatir los movimientos pueden llegar a producir síntomas psicóticos y mal control de impulsos, lo cual genera que el tratamiento deba ser multidisciplinario entre neurólogo, psiquiatra que tengan amplia pericia en farmacología, y en muchas ocasiones para evitar efectos secundarios de los fármacos, se opta por la psicoterapia, ejercicios de rehabilitación, yoga o por la estimulación magnética transcraneal.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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